Entre las actividades más clásicas destaca, además de los
deportes, la música. Generaciones de niños han pasado por escuelas de música y
conservatorios para ocupar sus tardes aprendiendo a tocar un instrumento. Se
trata de una actividad que compagina su vertiente más lúdica con unos estudios
paralelos a la tarea escolar, que generalmente se añaden a los deberes ordinarios,
por lo que requiere de grandes dosis de motivación (de los niños que deben
aplicarse a ello y de los padres y madres que han de apoyarles). Esta carga
extra puede provocar reticencia y rechazo tanto de unos como de otros.
Pero las ventajas de emprender estudios musicales son muchas más
que los inconvenientes. Aquí les dejamos una docena para aquellos que estén
indecisos o simplemente no se lo habían planteado:
1. Desarrollo de la psicomotricidad
Para tocar un instrumento lo primero es conseguir que suene ya sea
soplando, frotando un arco, pulsando una tecla o rasgando una cuerda. Una vez
conseguido esto, el siguiente paso es dar “forma” al sonido y tocar notas
concretas accionando los mecanismos necesarios. Todo ello mientras se lee la
partitura. Un ejercicio de psicomotricidad de lo más completo.
2. Competencias en idiomas
Esa partitura de la que acabamos de hablar contiene instrucciones
precisas sobre el ritmo, la altura, la duración, la velocidad, el carácter y la
técnica precisa para tocar las notas; expresadas solamente con lineas, puntos,
y algún que otro símbolo. Es como aprender a leer otro alfabeto, de la misma
manera que si aprendemos ruso, griego o mandarín. Pero vamos más allá: la
música tiene frases, sintagmas (semifrases) y palabras (motivos) que dan
sentido al discurso musical, un auténtico sistema sintáctico que da coherencia
a la música. Mientras aprenden música mejorarán su aprendizaje en conceptos
propios de las lenguas y las competencias necesarias para aprehenderlas.
3. Pensamiento lógico
Especialmente en los primeros cursos -en los que se asimilan e
interiorizan los conceptos básicos de la música-, las matemáticas y la lógica
son fundamentales para comprender e interpretar el ritmo. Por eso, estudiar
música desarrolla el razonamiento lógico-matemático y estructura los mapas
mentales.
4. Pensamiento múltiple
Además de la psicomotricidad que mencionábamos para tocar el
instrumento, hay que tener en cuenta que las notas deben sonar con la duración,
afinación, intensidad, ritmo e intención que se nos pide en la partitura. O que
nos pide el director. O nuestro compañero de atril. O todos a la vez.
5. Sensibilidad artística
Por encima de cualquier requerimiento técnico la música es un
arte. Siendo así, tocar un instrumento desarrolla la creatividad a través de la
experimentación, canaliza la exteriorización de los sentimientos y fomenta el
desarrollo del criterio artístico.
6. Capacidad de autoescucha y reflexión
Es evidente que para dominar un instrumento hay que escuchar lo
que se está tocando, analizarlo y corregir lo que sea necesario. Con el tiempo,
el hábito de escucharse a uno mismo va más allá del instrumento y con ello el
análisis y la reflexión de lo que nos decimos a nosotros mismos.
7. Empatía y habilidades sociales
Además de escucharse a sí mismo, para poder tocar en grupo es
imprescindible escuchar a los demás, por lo que se desarrolla la empatía. Si el
grupo es grande, como una banda o una orquesta, también se desarrollan las
habilidades sociales necesarias para relacionarse con los demás miembros.
8. Educación en valores
Tocar con solvencia un instrumento no es fácil ni rápido. Requiere
trabajo constante, esfuerzo y perseverancia; unos valores que la inmediatez de
nuestro acelerado mundo parecen haber olvidado. Al mismo tiempo, tocando en
público deberán superar sus miedos.
9. Autoestima
Los pequeños avances que día a día experimentará serán una fuente
de satisfacción que gratificará todo el esfuerzo invertido. A medio plazo el
control sobre el instrumento será mayor, con lo que también crecerá la
motivación y el perfeccionismo; al cabo de los años podrá mirar atrás y ver que
ha merecido la pena y todo ha sido posible gracias a sí mismo.
10. Serán más responsables y cuidadosos
A excepción de los instrumentos más grandes (piano, órgano, clave,
arpa, percusión, contrabajo…), cada estudiante utiliza su propio instrumento,
tanto en el estudio personal como en clase. Los instrumentos musicales son
delicados y por tanto requieren cierto cuidado en su manipulación y
mantenimiento; en otras palabras: un instrumento necesita que seamos
responsables y cuidadosos con él.
11. La casa será más alegre
Vale, un estudiante repitiendo hasta la saciedad la misma pieza
(que encima suena desafinada) puede llegar a cansar, pero hay que reconocer que
siempre da alegría a la casa (o al bloque de pisos, o a la calle entera…).
12. Queda muy bien en las celebraciones familiares
La escena de los más pequeños amenizando la velada con sus
instrumentos es un clásico. Ellos contentos de demostrar lo que son capaces de
hacer y los mayores babeando de verlo. Entrañable.
En definitiva, estudiar música es un ejercicio de los más
completos, que ayuda a los más pequeños a desarrollar sus capacidades
intelectuales, sociales y personales mientras se divierten. ¿Qué más se puede
pedir?
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